Brailovsky: “la escuela se está mirando en un espejo raro por estos días”
La OEI apoyó el segundo Espacio de Mediación Profesional del año, que estuvo a cargo del Doctor en Educación Daniel Brailovsky (Argentina). El especialista hizo un minucioso repaso a la educación a distancia, la que a su entender hay que “desman…
La OEI apoyó el segundo Espacio de Mediación Profesional del año, que estuvo a cargo del Doctor en Educación Daniel Brailovsky (Argentina). El especialista hizo un minucioso repaso a la educación a distancia, la que a su entender hay que “desmanchar de marketing, publicidad, apuro, impaciencia, actitud pasiva y contemplativa, de pereza y de clichés, para poder habitarla con una actitud pedagógica”.
La conferencia, titulada “El docente, arquitecto y anfitrión. La escuela que viene”, fue organizada por el programa Noveles Educadores de Uruguay del Consejo de Formación en Educación, y estuvo dirigida principalmente a noveles docentes y educadores sociales.
Daniel Brailovsky es Doctor en Educación, maestro de nivel inicial y de música, profesor investigador de Flacso/Arg. y formador de docentes. Además, es autor de “La escuela y las cosas” (Homosapiens, 2012), “El juego y la clase” (Noveduc, 2011), “Didáctica del nivel inicial en clave pedagógica” (Noveduc, 2016), “Pedagogía entre paréntesis” (Noveduc, 2019), “El docente, arquitecto y anfitrión” (Brailovsky, D., 2020), y “La escuela que viene”, (mayo 2020).
Brailovsky comenzó su exposición señalando la dificultad de los tiempos que vivimos. “Uno ya está harto de las pantallitas y de las transmisiones por Zoom, así que es valioso separarse un rato del cotidiano cotorreo de las pantallas, para mirarlas un poquito de otra manera y enfocarse en un tipo de conversación diferente que tenemos que hacer el esfuerzo de recrear”.
El educador explicó que “el arquitecto” y “el anfitrión” se utilizan como metáforas para ilustrar la labor del docente.
“Hace poco oí decir a Inés Dussel -tomado de Michèle Petit- la idea de que una biblioteca es como un jardín en medio de la selva. Internet es la selva, y la biblioteca tiene menos volumen de contenido que Internet, sin embargo allí las cosas están más ordenadas y cuidadas, como en un jardín”, reflexionó.
Para Brailovsky, la escuela se está mirando en un espejo raro por estos días. “Esta pandemia nos enfrenta a preguntas viejas que vuelven a formularse bajo las luces de esta situación. Marcelo Carusso, que vive en Alemania, dijo que esta pandemia es ‘una máquina de hacer ver’”.
“Y para quienes seguimos enseñando y aprendiendo en la virtualidad, y estamos a la expectativa de este regreso, hay varias preguntas que emergen: una acerca de la desigualdad, la más picante, porque para muchos esto pudo significar un empujón hacia afuera del sistema educativo. Las otras preguntas un poco simétricas serían: ¿Cómo seguimos educando? ¿Cómo volvemos? ¿Y qué aprendimos de todo esto?”.
Arquitecto y anfitrión
El especialista explicó que el abordaje del arquitecto y el anfitrión hay que leerlo a la luz de lo que las tecnologías nos muestran en la enseñanza. Las ideas del arquitecto y anfitrión para hablar del lugar que ocupa el docente, aluden a la idea de ser anfitrión de un tiempo compartido con un foco puesto, por un lado en lo relacional, en el vínculo y en el encuentro; y por otro lado ser arquitecto del espacio de la clase.
“Si ser anfitrión es una idea más temporal en el sentido de un tiempo compartido, y la del arquitecto es más espacial en el sentido del diseño y de la forma, pensarse como docente desde la metáfora de la arquitectura implica proyectar un diseño que luego será habitado, y donde el docente será anfitrión. Se trata de convertir el espacio en un lugar cómodo, confortable y cuidado”, opinó.
“Los profesores necesitamos al arquitecto para ser organizados, y al anfitrión para no ser indiferentes. Responden a demandas diferentes del rol docente”, explicó.
De acuerdo al educador, si el arquitecto elige las herramientas adecuadas, en el caso de la tecnología, el anfitrión deberá anteponer las relaciones a las herramientas.
En este sentido, manifestó que algunos aspectos de la educación virtual favorecen estructuras educativas más tradicionales. “Si hay algo en lo que no nos habíamos fijado lo suficiente hasta ahora y que la virtualización forzada nos puso sobre la mesa, es la necesidad de humanizar el uso de las tecnologías”.
Repensar el aula
Brailovsky hizo hincapié en que si hoy urge “recuperar la escuela para seguir pensándola, para seguir desplegándola”, probablemente es porque esas materialidades “salvan a los chicos de ese destino de turista al que los empuja la sociedad de consumo. Recrear el aula fuera del aula y mirar de ella lo que vale, invitan a pensar de nuevo, y a hacernos preguntas que volvemos a pronunciar de otra manera en este contexto”.
“En el aula se despliegan acciones muy precisas, se mira, se escucha, conversa, lee, escribe y juega, pero la manera de hacer estas cosas es muy particular y sucede solo allí. La conversación en el aula es muy extensa, sin apuro. En el aula siempre hay mucho cuidado por la veracidad, por el rigor. En general en el aula siempre hay un libro en el medio de la conversación”, analizó.
“En el aula también se cuidan las palabras, uno no habla como en su casa, allí se siente un poquito incómodo en el buen sentido del término. También hay un cuidado por la democracia, hay un juego de hablar de igual a igual, es el juego de escuchar a todos. Todo vale ser preguntado y se puede decir cualquier cosa sin miedo a equivocarse. En el aula se balbucean las lenguas del mundo: del arte, la revolución de la independencia, los paradigmas pasados, los actuales, se habla como geógrafo, como biólogo o como poeta. Allí se conversa por conversar”.
El especialista dijo que nos hemos estado preguntando si algo de esto podría recuperarse en la virtualidad. “Creo que lo primero que hay que mirar es cuál es el lugar al que queremos llevar la conversación del aula. El mundo de las pantallas necesita ser un poquito desmanchado antes de habitarlo, hay que barrer un poco antes de entrar ahí, porque hay mucha mugre. Las pantallas vienen siendo muy usadas de una manera signada por el estilo de las redes sociales, de las publicidades. La forma de mirar y atender la pantalla es muy distinta a la forma de atender en el aula. Estar un ratito acá y un ratito allá”.
“Tenemos que desmanchar de marketing, publicidad, apuro, impaciencia, actitud pasiva y contemplativa, de pereza, clichés y de ausencia de cuerpos, para poder habitarla con una actitud pedagógica”, concluyó.
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