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La crisis del Covid-19, un singular caso de laboratorio

La crisis del Covid-19, un singular caso de laboratorio

El mundo sufrió en 2020 el fuerte impacto del Covid-19. Para la ciencia fue una experiencia inédita y una oportunidad única de aprendizaje. A esa conclusión llega el coordinador del Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (CTS) de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el investigador argentino Mario Albornoz, al analizar la respuesta del mundo científico ante la crisis del coronavirus.

A lo largo de un año intenso, el Observatorio hizo un seguimiento día por día de la producción de artículos científicos sobre el Covid-19 publicados por los distintos países y presentó el Estado de la Ciencia en 2020, con los principales indicadores en la región, a partir de los datos reunidos por la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), que acaba de cumplir 25 años. Se accede, así, a una valiosa información, que puede contribuir a la definición de capacidades, desafíos y oportunidades en cada país.

“El Covid-19 fue un caso de laboratorio, tomado desde el punto cero. El problema social y la respuesta de la ciencia arrancaron conjuntamente. Pudimos ver de qué manera la ciencia reacciona frente a un problema social”, explicó Albornoz, al compartir las conclusiones del trabajo del Observatorio, junto al coordinador adjunto, Rodolfo Barrere

En enero de 2020 nadie sabía qué era el Covid-19. No existía ningún artículo publicado en revistas científicas. Los primeros textos, cuando la región no contaba aún con casos, se constituían en alertas epidemiológicas. A partir de abril, el ritmo de producción comenzó a crecer aceleradamente y a mediados de julio ya se habían acumulado más de 31.000 artículos, producidos por investigadores de 169 países.

Así como Estados Unidos, China y los países europeos llevaron adelante los mayores esfuerzos a nivel mundial, España y Brasil lideraron los indicadores de producción científica en Iberoamérica, como sucede también  en la inversión en I+D en la región. Los científicos españoles, por ejemplo, registraron 1358 textos especializados sobre Covid-19 en PubMed, la principal base de datos y fuente de referencias bibliográficas sobre los sistemas de salud en el mundo. Brasil presentó en esa red 781 artículos sobre la pandemia y luego siguieron México (224), Portugal (223), Colombia (149) y la Argentina (147), con un ritmo similar al de las publicaciones totales en PubMed.

Núcleos de investigación

En todo el mundo, la variedad de núcleos temáticos de investigación sobre el Covid-19 fue muy amplia. Desde el carácter biomolecular en torno al virus, su funcionamiento y los posibles mecanismos de bloqueo e inhibición hasta las lesiones provocadas y las distintas técnicas de diagnóstico, así como los factores de riesgo asociados, como la hipertensión arterial y comorbilidades de corazón y de riñón. Incluso, los efectos psicológicos de la pandemia y el aislamiento social fueron, también, temas de estudio.

En los artículos de autores iberoamericanos, en cambio, se advirtió una mayor presencia de temas relacionados con el tratamiemto de los pacientes y la gestión de los sistemas de salud, en sintonía con la crisis que se registra en los países de la región.

Los investigadores del Observatorio explicaron que, al principio, la producción de la información estaba muy concentrada en China. El 15 de abril comenzó a aparecer con más fuerza Estados Unidos. Luego se sumaron sucesivamente los países de mayor dimensión en el área científica y las naciones latinoamericanas. “Fue claramente un esfuerzo global. Las comunidades se orientaron hacia un tema sobre el cual había mucha demanda y también muchos recursos”, precisaron. Un mapa interactivo permite saber dónde se investiga en América latina e, incluso, se puede llegar a una determinada publicación.

El volumen de producción sobre el Covid-19 desplazó probablemente el desarrollo de trabajos sobre otras temáticas científicas. “Hay que ver cuánto de eso es reorientación de trabajos que ya existían. En sistemas científicos donde los recursos no sobran, como en América latina, aparecieron motivaciones para volcar esfuerzos hacia los estudios sobre el coronavirus”, estimó el investigador Barrere.

La inversión en I+D

Los datos estadísticos reflejan que la inversión de los países de la región en investigación y desarrollo (I+D) ha estado asociada a la evolución del crecimiento económico. Hoy se asignan en Iberoamérica más de 90.000 millones de dólares (PPC), al área de I+D lo que marca un aumento del 28% respecto de los 70.000 millones de dólares registrados en 2009. Pero hubo una caída importante en 2016 y desde ese momento se mantiene estable.  .

“La inversión en I+D sufrió las consecuencia de los vientos de cola de la economía, porque no aumentó en relación al producto de los países”, es la visión de Albornoz.

En 2018 se invirtió en América latina el 0,62% del PBI en I+D. Y es el mismo valor que en 1996. Tuvo un pico de 0,69 hacia 2015. En  general es un número estable. Con frecuencia se fijan metas del 1% de inversión en ciencia, pero nunca se alcanzaron. América Latina y el Caribe imvierte en conjunto el 0,62% del PBI y el promedio es del 0,74% en Iberoamérica.

Brasil y España dedican el 1,26% y el 1,24%, respectivamente, pero el gasto en la Argentina llega al 0,49%. No es solo responsabilidad de los gobiernos. Otras mediciones confirman las diferencias. La Argentina invierte en promedio en I+D 115,01 dólares internacionales (PPC) por habitante, mientras Brasil destina 183,47 dólares. Ambos están lejos de España, que asigna 503,75 dólares por persona.

La Argentina, con 44,4 millones de habitantes, tiene un plantel de 87.898 investigadores, 17.658 técnicos y 11.366 personal de apoyo y una inversión en I+D de 5117,58 millones de dólares internacionales (PPC). Brasil, con una población de  208,4 millones de personas, cuenta con  421.838 científicos y 388.819 personal de apoyo, y una inversión muy superior, en relación al PBI y a la cantidad de habitantes.

La inversión privada

Los indicadores de la inversión en ciencia y tecnología comprenden el sector privado. Lo más deficitario es lo que destinan las empresas.

Según explican los coordinadores del Observatorio, en un país desarrollado de primera línea la inversión privada es entre dos tercios y tres cuartos de la inversión total. Los gobiernos  asignan entre un tercio y un cuarto. Si los privados no invierten, todo cae. Los números reflejan sistemas productivos muy débiles. En la región, el promedio de la inversión privada ronda el 30%, ayudado porque en Brasil alcanza el 45%. En la Argentina y en México la inversión privada representa el 20 % del total.

Las universidades hacen esfuerzos importantes. El 75% de los investigadores en América latina están en las instituciones de educación superior y muchos de ellos tienen dedicación exclusiva. Pero ese logro esconde, al mismo tiempo, la debilidad del sector empresarial en la región, donde la inyección de recursos para el desarrollo de la ciencia es reducida.

El año de la pandemia mostró, finalmente, a las universidades de la región en un papel dinámico. El estudio “Investigación y vínculo con la sociedad en universidades de América latina”, realizado también por el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad, revela que “en menos de cuatro meses, las bases  de  datos  bibliográficas  internacionales registran más de 600 artículos científicos  que  han  sido  producidos  por  investigadores de casi 150 universidades de 16 países latinoamericanos” .

El informe concluye que se trata de “una reacción muy veloz de la investigación  universitaria,  que  se  está  mostrando en este caso muy atenta a la necesidad social”. Y destaca especialmente la función de investigación en las instituciones de educación superior para que puedan desempeñarse como “antenas que permitan detectar acontecimientos futuros e iluminar los comportamientos sociales más adecuados”.”

 

Fuentes:

Mariano De Vedia