¿Son fluidas las relaciones entre la Unión Europea e Iberoamérica? La OEI y Política Exterior lo analizan en un monográfico
La publicación analizó temas como el papel de la educación, la ciencia o las lenguas en las relaciones birregionales con firmas de una veintena de expertos como Josep Borrell, Andrés Malamud, Ana Capilla, Ana Paula Laborinho o Federico Buyolo.
¿A qué desafíos comunes se enfrentan la Unión Europea y América Latina y el Caribe? ¿Qué papel juegan la educación, la ciencia o las lenguas iberoamericanas en estas relaciones? Estas fueron algunas de las preguntas que guiaron el más reciente monográfico publicado por la revista española Política Exterior, con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), y que lleva por título Una agenda común de futuro: latinoamericanos y europeos por la transformación social.
En un acto celebrado este lunes, 30 de octubre, desde la biblioteca de la Fundación Ortega-Marañón (FOM), y con la participación híbrida de algunos de los 20 autores que han plasmado sus firmas en este monográfico, se realizó la presentación de la publicación con la moderación del periodista español Manuel Campo Vidal.
Mariano Jabonero destacó en la apertura del evento que las transiciones digital y verde están en la agenda de ambas regiones, sobre todo después del COVID-19, “en un mundo que ya no va a ser igual y en donde la educación está llamada a ser híbrida”. “La presidencia española del Consejo de la UE es un momento oportuno para trazar compromisos”, apuntó Jabonero, al tiempo que aseguró que este monográfico se presenta en un momento perfecto, ya que “es el prólogo a la celebración de los 75 años de la organización que será en 2024”.
Pedro Rodríguez, director de contenidos de la revista Política Exterior resaltó que fue “un privilegio poder editar este monográfico”, en el que queda demostrado que “compartimos vínculos culturales e históricos, y que todos los desafíos que plantean las transiciones actuales están presentes a uno y otro lado del Atlántico”. “Hablar de agenda común es una prueba de que podemos trabajar juntos”, señaló por su parte Lucía Salas, directora de la FOM, durante su mensaje de bienvenida al acto.
Mariano Jabonero, Pedro Rodríguez y Lucia Salas, durante el acto de apertura de la presentación. |
En la primera mesa de debate se puso el foco en el punto de situación de las relaciones birregionales. Para Leire Pajín, directora de Fundación EU-LAC, quien participó en un mensaje grabado, “la relación Europa-América Latina está cada vez más vigente”, sobre todo, después de la cumbre celebrada recientemente. “Queda ahora darles seguimiento a esas cumbres y estrechar esas relaciones”, señaló. Por su parte, Enrique Iglesias, primer secretario general iberoamericano, y prologuista del monográfico, aseveró que ambas regiones están llamadas a “servir al dialogo internacional”, pues “necesitamos de regiones que compartan valores para demostrar que el mundo puede vivir en paz”.
Andrés Malamud, investigador de la Universidad de Lisboa, por su parte, presentó un punto de vista crítico al asegurar que ambas regiones son “rivales geopolíticos y que los intereses separan más de lo que unen los valores”. Para el investigador, Europa piensa en la transición digital y desafíos verdes, “mientras América Latina aún piensa en comer”. “Esto no se ve desde España y Portugal, por los vínculos más fuertes, pero “para el resto de Europa, América Latina no es una prioridad”, sentenció.
“No podemos contar con un contrato social compartido que no cuente con las mujeres”, subrayó por su parte Irune Aguirrezabal, directora del Programa de Derechos Humanos, Democracia e Igualdad de la OEI, apuntando que “uno de los grandes desafíos de ambas regiones es avanzar en las políticas de los cuidados, “donde las grandes perdedoras han sido las mujeres”. En ese sentido, reflexionó sobre “la riqueza silenciosa” que existe alrededor de los cuidados, que es fundamentalmente femenina: “si pensamos en las aportaciones económicas que generan las mujeres con los cuidados nos damos cuenta de que es una riqueza enorme. Estas son las dos regiones que más pueden avanzar en ese sentido”, apuntó Aguirrezabal.
La segunda mesa analizó el papel de la educación superior, las lenguas y la cultura en el fortalecimiento de las relaciones entre las dos orillas del Atlántico. Así, Ana Capilla, directora general de Educación Superior y Ciencia de la OEI, aseguró que “en Europa las universidades tienen una gran ayuda que es el programa Erasmus, con el que pueden atajar problemas del contexto actual como lo son la digitalización o el problema demográfico”; sin embargo, “América Latina solo tiene acceso a las movilidades, pero no a las financiaciones«, comentó. Capilla apuntó que el “Erasmus debería abrirse más para América Latina”; sin embargo, es algo que ve “difícil”, porque “en la última cumbre UE-CELAC no se ha mencionado nada sobre cooperación académica”, acotó.
Por otro lado, José Joaquín Brunner, sociólogo chileno, advirtió que cada vez hay más alumnos en América Latina, “casi una tasa del 50 % a nivel regional, pero el 30 % abandonan antes de terminar, y los que acaban no encuentran trabajo con las competencias que ofrecen las universidades de hoy”. Asimismo, Brunner apuntó que existe un problema de fondo en el hecho de que la geopolítica y la organización de la ciencia estén en inglés. “Estamos atrapados en la lengua de la dependencia. El peso de la indexación de las revistas es tan grande que el conjunto de la organización académica va en la dirección de poner presión sobre publicar el máximo posible en inglés”, aseguró.
En esa línea, Ana Paula Laborinho, directora general de Multilingüismo de la OEI señaló que “a medida que vamos teniendo cambios en la geopolítica, también las lenguas cambian, como ocurrió con el inglés en el siglo XX”. Sobre el papel del español y el portugués en la ciencia, aseguró que la ciencia tiene que llegar a las personas y, para eso, esa lengua tiene que ser la lengua de las personas. “Tenemos que apostar por una ciencia plurilingüe, pues solo con una lengua limitamos nuestra forma de comunicar y de hacer ciencia” e “invertir en las tecnologías de las lenguas, lo que es esencial en un mundo de cambios geopolíticos”, destacó.
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