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Reportaje a Patricia Gayone: “La magia del dibujo es transformar con persistencia lo simple y lo cotidiano en algo único”

Reportaje a Patricia Gayone: “La magia del dibujo es transformar con persistencia lo simple y lo cotidiano en algo único”

17 de septiembre de 2024

Argentina

Cultura

“SOTOBOSQUE” está compuesta por dibujos que pertenecen a la serie “Agua, Aire, Tierra” que Patricia Gayone viene desarrollando en los últimos años, donde representa detalles de un paisaje en el que la naturaleza se manifiesta en toda su variedad, a través de un meticuloso y delicado tratamiento del dibujo.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, un Sotobosque es la “Vegetación formada por matas y arbustos que crece bajo los árboles de un bosque”.

Otras acepciones amplían el significado describiendo el funcionamiento de éste, en donde además de arbustos, hierbas y matorrales pueden encontrarse árboles jóvenes, que con los años podrán desarrollarse, abandonar el sotobosque y pasar a ser parte del “dosel forestal”. El resto de las especies permanecen toda su vida en el sotobosque, debido a que la luz solar llega a allí en cantidades limitadas, ya que los árboles más altos se encargan de bloquearla.

Esto hace que la vegetación que compone el sotobosque deba optimizar su capacidad de fotosíntesis, ya que el suelo se calienta de manera lenta, demorando la evaporación de la humedad, lo que permite albergar distintas clases de hongos.

Quizás no sea necesario acudir a las definiciones académicas de “sotobosque”, si alguien tiene o ha tenido la oportunidad de visitar la muestra de Patricia Gayone en el Espacio Cultural de la OEI en Argentina, donde cada dibujo es en sí una definición sensitiva y personal sobre algo más que un bosque o un sotobosque. Cada obra es una definición sobre la naturaleza y su relación con los sentidos. Dibujos que no se agotan en una mera descripción de rincones íntimos; sino que son una invitación a aventurarnos dentro de cada detalle.

Las diecinueve piezas que componen “SOTOBOSQUE” forman parte de la serie “Agua, Aire, Tierra” que esta artista nacida en la ciudad de Mar del Plata, en 1971, viene desarrollando en los últimos años, regresando a los paisajes de su niñez, cuando “el mar en la puerta de su casa y el bosque fueron su recorrido cotidiano”.

¿Cómo era este paisaje de la niñez; el mar en la puerta de tu casa y el bosque?

“Cuando era chica, Mar del Plata era muy distinta a lo que es ahora. El Bosque de Peralta Ramos, al que iba todos los fines de semana de otoño y primavera que no llovía, no estaba tan habitado. Mi mamá me llevaba y juntábamos hojas, plumas, ramas y piñas que usaba para hacer collages que todavía conservo y hongos para cocinar una sopa increíble. La playa era cosa de fines de primavera y verano. Comenzábamos a ir a Punta Mogotes en octubre hasta marzo. Allí; además de disfrutar del agua, juntaba piedras, arena gruesa, caracoles y vidrios esmerilados por el mar; costumbre que todavía conservo”.

¿Te gustaba dibujar de chiquita?

“Me gustaba dibujar. Siempre me compraron buenos lápices. Todavía tengo mi primera caja de ´Caran D'ache´ que me regalaron a los 4 años. Pero si lo pienso un poco; hacer collage era una de mis actividades favoritas”.

¿Y cómo fue el pasaje de ese “paisaje” a la ilustración y el diseño gráfico?

“Cuando terminé el secundario, la ingeniería genética fue mi primera opción. Pero en Mar del Plata no existía esa carrera, y solo luego de cursar biología o agronomía podía hacerse un posgrado en esa especialidad. Me inscribí en la carrera de Agronomía, en Balcarce, reservé alojamiento e hice el curso de ingreso. Una profesora en arte de mi secundaria hacía tiempo que me venía insistiendo en que cursara la carrera de ilustración en la Escuela Superior de Artes Visuales Martín A. Malharro. Un día antes de irme a Balcarce definitivamente, el último día de inscripción, me anoté en el primer año de la Malharro, al año siguiente en la carrera de ilustración y al siguiente en la de diseño Gráfico. No me arrepiento”.

Y de allí; ¿cómo llegaste a “la Pueyrredón” y al IUNA?

“En los últimos años de la carrera de ilustración me puse de novia con un ´porteño´ y empezamos a viajar constantemente. Cuando terminé de cursar Diseño, y como ya era costumbre, el último día de inscripción en ´la Pueyrredón´ hice una valija y me mudé a Capital. Así comenzaron mis cinco años de profesorado en Pintura y, al terminar; la Licenciatura en el IUNA”.

Desde 1993, Patricia Gayone participa de salones y exposiciones colectivas; y desde 2005 expone individualmente en todo el país. También; ha obtenido menciones y premios. En especial; el Primer Premio en el 63° Salón de Artes Plásticas Manuel Belgrano, salón que organiza el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori junto con el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, desde 1945. Un certamen que premia a artistas argentinos y residentes en diversas disciplinas fomentando la trayectoria, la continuidad y la práctica en el arte.

¿Cómo se llevan la ilustradora y diseñadora gráfica con la artista plástica?

“La Ilustradora se fusionó con la pintora y juntas transitan por el mundo del arte. La Diseñadora Gráfica aparece de vez en cuando, cuando se la necesita, pero no la extraño demasiado”.

¿Desarrollaste tu actividad artística en otras disciplinas y soportes, además del dibujo?

“Antes de volver definitivamente al dibujo pasé por múltiples disciplinas. Objeto, collage, textil, fotografía, grabado, alfarería. Para mí fue una decisión muy importante elegir una disciplina a la cual dedicarme por completo. Igualmente cada tanto incursiono en alguna otra, me resulta divertido trasladar mis imágenes a múltiples técnicas y ver qué pasa. A veces funciona a veces no tanto, es parte de la experimentación. En este momento estoy haciendo paralelamente pequeños libros de artista”.

¿Por qué o qué te llevó a decidirte por el dibujo?

“En un momento me encontraba rodando en muchas direcciones. Sentía que necesitaba enfocarme en una sola disciplina troncal, una que se ajustara al propósito de los conceptos que quería comunicar. Había llegado a un punto donde literalmente no tenía ganas de pintar. Durante mi carrera en ilustración, me fui especializando técnicamente en el uso del lápiz, lo que me llevó a centrarme en el dibujo. Descubrí que el lápiz tenía una conexión con mi forma de expresarme porque requiere una atención al detalle que me ayudaba a reconectar con el acto de crear. Me di cuenta de que tenía que volver a la fuente, así que me permití simplificar y centrarme solo en el dibujo, dejando de lado por un tiempo otras técnicas y enfoques”.

¿Por qué el grafito, el blanco y negro?

“El lápiz grafito, el blanco, negro y gris permite enfocarse en lo esencial: la luz, la sombra y el contraste. Es como reducir la realidad a sus formas más puras, sin la distracción del color, ofrece un control absoluto sobre los trazos, los detalles y texturas. Es ideal para dibujar naturaleza, puedo centrarme en los cambios de luz que atraviesan las hojas, los fuera de foco de la profundidad o cómo las ramas crean sombras intrincadas en el suelo. El grafito me permite capturar la esencia de lo que estoy representando porque cada sombra cuenta una historia, pero cada tanto extraño el color y se cuela en mis muestras”.

¿Cómo empezó, conceptualmente, la serie “Agua, Aire, Tierra”?

“Como mencioné anteriormente, siempre recolecté pequeños fragmentos de naturaleza en mis viajes: plumas caídas, huevos vacíos, elementos que otros quizá no notarían; pero que para mí capturan la esencia de lo que nos rodea. Así surgió la idea de ´Aire´; una serie de imágenes que evocaban lo frágil de los nidos y las aves. Ahora estoy en una fase muy diferente; la de la ´Tierra´, más sólida, más enraizada. Mi enfoque cambió hacia lo botánico, con dibujos de bosques que exploran la estructura de las plantas y su interacción. La quietud y la fuerza, formas y detalles únicos. ´Composición Botánica´ explora lo simple, lo elemental, lo que permanece”.

Las obras de esta serie se caracterizan por las atmósferas visuales que lográs, y por el exquisito rigor técnico con que están hechas. ¿Cómo lo conseguís?

“Para lograr esas atmósferas visuales, la clave está en la paciencia y la atención a los detalles. El grafito, por naturaleza, es una técnica que requiere muchas horas de dedicación y eso es algo que aprendí con el tiempo. Para mí, cada obra es el resultado de un proceso lento, donde me enfoco en construir capas y una atmósfera que consigo a partir del estudio de la luz y la sombra. Cuando paseo por bosques saco mucha fotografía que me ayuda a estudiar como la luz se filtra a través de los espacios vacíos. En los bosques las sombras son más densas y las luces más claras. Lo que está a nuestro alrededor inmediato es más nítido y luego todo se va desdibujando, tanto por lejanía como por sobreabundancia el ojo ´deja de ver´. Las formas orgánicas que se encuentran en la naturaleza, como las ramas y las hojas no admiten las líneas rectas, la técnica que uso se vuelve una combinación de control y fuera de focos. Me interesa invitar al espectador a sumergirse en texturas y detalles”.

Además de su búsqueda plástica personal, Patricia Gayone integra, junto a otros artistas de distintas disciplinas, los grupos “Itinerancia 6” y “Siete damas y un caballero”.

¿Cómo es formar e integrar un grupo de artistas que se presentan como tal, al margen de las individualidades artísticas?

“Ser parte de un grupo de artistas como ´Itinerancia 6´ o ´Siete damas y un caballero´ implica un ejercicio constante de colaboración al mismo tiempo que se debe mantener el respeto por las individualidades. En el caso de que las creaciones sean colectivas se convierte en un espacio donde las particularidades de cada artista se fusionan para crear un diálogo enriquecido. El proceso de trabajar en grupo requiere flexibilidad creativa. Cada integrante aporta su propia perspectiva, pero el reto está en encontrar un mensaje común que permita a las técnicas y lenguajes coexistir en armonía dentro de una misma obra. En el caso en que las obras sean individuales, aunque cada composición tenga su propio mensaje y lenguaje, la narrativa grupal permite ampliar la forma en que se perciben. Lo interesante es cómo se construyen nuevas relaciones entre ellas cuando se presentan en un espacio expositivo conjunto, cómo se interrelacionan las diferentes discursos visuales, generando nuevas interpretaciones”.

¿Incursionaste alguna vez en la abstracción?

“¡Claro! Y disfruté mucho al investigar sobre el color, sobre distintos tipos de texturas, sobre la geometría. Pero, sobre todo, el color es una potente herramienta para evocar emociones, crear atmósferas y sugerir significados más subjetivos. Invita al espectador a una interpretación personal, donde el color tiene protagonismo en sí mismo, sin necesidad de recurrir a una representación figurativa. ¿Por qué no uso actualmente color en mis obras? Los colores crean una atmósfera emocional según su combinación al transmitir sensaciones específicas. Para lograr una atmósfera introspectiva en figuración, la utilización de blanco, negro y grises es ideal, ya que el foco se centra más en la forma, la composición, el uso de la luz y la sombra y el concepto cobra relevancia”.

Hace unos días, alguien dijo “un artista es un niño que ha sobrevivido”. ¿Es así?

“Fernando Botero parafrasea a Pablo Picasso y hace referencia a que la esencia de la creatividad infantil perdura en el artista a lo largo del tiempo, que la capacidad de ver el mundo con frescura y autenticidad, características que se asocian con la visión infantil, son base de la expresión artística. Pienso que si un artista mantiene la actitud de exploración y experimentación, la curiosidad por la simplicidad, los detalles y la complejidad del entorno, la capacidad para interpretar y comunicar su visión del mundo a través del tiempo, es una forma de mantener la forma de percepción y la esencia de la creatividad”.

¿Qué es un bosque para Patricia Gayone?

“Un Bosque es descanso, abundancia, equilibrio en la inestabilidad, silencio en el sonido, recuerdo y es el día de hoy”.

¿Y el dibujo?

“El dibujo es un viaje donde la paciencia y la práctica se entrelazan para crear una imagen significativa. Todos somos capaces de dibujar, cada trazo y cada repetición son esenciales para alcanzar la habilidad a la que uno aspira en sus imágenes. Esa es la magia del dibujo: transformar con persistencia lo simple y lo cotidiano en algo único. Es en esta constante dedicación donde encontramos la verdadera esencia del dibujo, y es este proceso el que realmente me motiva a seguir creando”.

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