EXPERTA DE OEI-CHILE DICTA CLASE MAGISTRAL
La encargada del Área de Desarrollo Profesional Docente de OEI-Chile, Carolina Hirmas, dictó una clase magistral sobre convivencia escolar, invitada por la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad San Sebastián, sede Valdivia.
La encargada del Área de Desarrollo Profesional Docente de OEI-Chile, Carolina Hirmas, dictó una clase magistral sobre convivencia escolar, invitada por la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad San Sebastián, sede Valdivia. La clase fue dirigida a estudiantes de las carreras de pedagogía, docentes de escuelas vinculadas a dicha casa de estudios y académicos. La clase se tituló “Una Pedagogía de los Afectos para Aprender a Convivir”.
Con una asistencia de más de 150 participantes, la sesión estuvo centrada en la relevancia que tiene el entorno afectivo y social en el desarrollo de las personas, y cómo éste va moldeando y conformando la expresión de su potencial y jugando un papel clave en el desarrollo de su identidad.
Según explicó Hirmas, “lo que caracteriza y diferencia a la inteligencia humana de la inteligencia artificial es la capacidad de emocionarse, de reconstruir el mundo y el conocimiento a partir de los lazos afectivos que nos impactan. Sin embargo, cuando el mundo se presenta como un objeto de conquista, parece un tanto indeseable el lenguaje del afecto, el cuidado y la solidaridad”.
Por ello, se invitó a los profesores a conversar sobre la base de varias preguntas: ¿es necesario educar en el desarrollo socioafectivo?, ¿se nos educa en esto? ¿qué espacios generamos al interior de las escuelas para fortalecer el cuidado, la expresión del afecto y la comprensión mutua?
“Una pedagogía de los afectos, trabaja intensionadamente en torno al fortalecimiento de vínculos entre profesor y estudiantes, entre estudiantes, entre familia y educadores, entre profesores, asistentes, equipos y directivos y personal de apoyo. Más allá de ser un factor asociado con el aprendizaje, como dice Hargreaves (1998), el vínculo constituye el «corazón de la enseñanza», es inherente a todo proceso educativo, inseparable de los propósitos morales y educativos de los docentes”, indicó Carolina Hirmas.