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El arte de Basybuky: la aventura de sentir otras formas de belleza

El arte de Basybuky: la aventura de sentir otras formas de belleza

04 de abril de 2016

Paraguay

Nuestra historia está tejida con hilos de múltiples colores y texturas. La mayoría de ellos permanecen desconocidos para el público,

Nuestra historia está tejida con hilos de múltiples colores y texturas. La mayoría de ellos permanecen desconocidos para el público, pues no forman parte de las corrientes principales que definen los cánones de las expresiones que serán apreciadas como arte.

El arte de Basybuky, nombre yshyr del pintor Claudelino Balbuena, forma parte de esa riqueza ancestral, colectiva, que existe, se recrea y circula, resistiendo todos los embates. Basybuky es hijo del fallecido artista plástico Ógwa, ambos pertenecientes al pueblo Yshyr Ybytoso del Chaco paraguayo.

La Fundación Ñañopytyvõ / Cooperación para el Desarrollo, la Fundación Madre Tierra y la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI) organizan una exposición de las obras de Basybuky, que se realizará el jueves 21 de abril, a las 20:00, en la sede de la OEI. La exposición se denomina Basybuky / El guerrero Yshyr, y en la ocasión se presentará el corto documental que lleva el mismo nombre, realizado por la documentalista Mónica Ismael.

EL REINO DE LA ARMONÍA

En el libro de Edgardo Jorge Cordeu, especializado en la etnología y etnografía de los pueblos indígenas del Gran Chaco, titulado El origen de la Pintura. Mitología, memoria étnica y autografía del artista Ógwa, el antropólogo José Zanardini hace referencia al arte de Claudelino y su padre en los siguientes términos: «Basybuky, el guerrero Yshyr, ha elegido, al igual que su padre, una brillante y peculiar manera de transmitir los mitos y las actuaciones chamánicas a las nuevas generaciones; y precisamente lo hace a través de la pintura. En ella insiste en los poderes de las plumas, en los movimientos y viajes de los chamanes y de los cuerpos que ascienden, por medio de piolas y árboles, desde la realidad cotidiana y tangible a otra dimensión donde residen las causas y las raíces de la existencia verdadera, en el reino de la anhelada armonía. Ante un mundo con tendencias culturales homogeneizadoras, en el que se profetiza la agonía de los chamanes, Ógwa, al igual que Basybuky, insurge con su arte, original, bello y fresco, que revitaliza la cultura yshyr y conserva encendida la antorcha en la oscuridad de la noche globalizadora».

BASYBUKY / EL GUERRERO YSHYR

En el siglo XIX, varios grupos yshyr vivían en el Chaco, tanto en el interior del territorio, como asentados en las orillas del río Paraguay. Durante la Guerra del Chaco (1932-35), los yshyr ayudaron a los soldados paraguayos en la lucha contra los bolivianos, pero cuando terminó la guerra perdieron sus territorios y tuvieron que negociar su supervivencia étnica con los colonos y nuevos terratenientes paraguayos. En la actualidad, el yshyr está considerado una lengua en peligro de extinción por la Unesco, y podría desaparecer en unas pocas generaciones, bajo la presión de las lenguas culturalmente dominantes en la región, como el castellano y guaraní.

Basybuky / El guerrero Yshyr es un corto documental sobre este artista, realizado por la documentalista Mónica Ismael, quien decidió emprender este proyecto al considerar que la memoria debería estar presente siempre para valorar a los artífices y protagonistas de las historias que van formando nuestra historia: «Los legados de estos artistas y cultores de nuestra identidad deberían estar registrados y al alcance de todas las generaciones que quisieran nutrirse de ellos. Y todos en mayor o menor medida deberíamos formar parte de ese aporte».

Claudelino Balbuena, Basybuky, cuenta hoy con veintinueve años de edad y vive en la ciudad de Luque. Llegó a la ciudad de Asunción con su familia cuando era un niño de diez años. Habla los idiomas yshyr, guaraní y castellano.

«Nuestro padre nos contaba siempre que tuvimos que dejar nuestra comunidad en el monte de Alto Paraguay por todas las inundaciones que había. Por ese motivo nos trajo a Asunción, a la capital, cuando yo tenía diez años. Mi pasión por el arte se inició a los quince años; este es mi trabajo, soy artista plástico y pinto sobre mitología, ritual, ceremonia y todo lo que comprende nuestro pueblo, como una forma de rescatar nuestras costumbres, nuestros orígenes. Busco dentro de la ciudad lugares que me recuerden a mi comunidad; el agua, la tierra y el monte me recuerdan a mi comunidad y de dónde vengo. Por eso los pinto, para no olvidar a mi pueblo y a su cultura. Las frutas silvestres, la alimentación del monte también están desapareciendo; eso que nuestros abuelos comían, ahora ya casi no existe. Ahora ya no es como antes, como nos contaban nuestros abuelos», nos explica Claudelino.

«El arte para mí es algo profundo, algo que viene del fondo de uno mismo, algo que nace desde adentro. El arte es una pasión, es algo que te gusta, y por eso, si le gusta a alguien de mi familia, a los niños, entonces ellos van a seguir con todo lo que es el arte de pintar, o bien con otras formas de hacer arte. Cuando era un niño, yo siempre estaba al lado de mi padre porque me gustaba verle pintar y me daba mucha curiosidad; yo era un curioso que quería saber cómo hacía mi papá sus dibujos, y así aprendí de él, y me gustó cuando era un niño, y desde entonces seguí con la pintura», añade.

ESA OTRA FORMA DE VIVIR LA VIDA

Por su parte, Ismael reflexiona sobre los estereotipos que identifican el mundo indígena con la precariedad y la falta: «Esa falsa y superficial mirada que incluso yo misma tenía con respecto a los pueblos originarios hizo que empezara a investigar de forma más personal ese mundo, muchas veces relacionado con los excluidos, los marginados. Al ir conociéndolos más de cerca me encontré con Claudelino Balbuena, un joven artista del pueblo yshyr, hijo del pintor fallecido Ógwa. Ambos encuentran una rica y fresca manera de contar historias de su pueblo, preservarlas y transmitirlas, dirigiéndose tanto al propio pueblo yshyr, cuyos miembros van apoderándose de las obras como verdaderos tesoros, como al resto de los paraguayos, que van viendo el otro lado de esos pueblos, no precisamente la mendicidad o la pobreza, sino todo lo contrario: la riqueza de su cultura, sus pinturas, sus artesanías, su alimentación. Esa otra forma de vivir la vida».

La documentalista explica que la vida los llevó a encontrarse con el italiano Andrea Gandolfo, experto en montaje y diseño cinematográfico, quien llegó al Paraguay hace más de diez años en busca de Ógwa, padre de Claudelino, para la realización de un documental sobre su vida. «Así nació con mucho más entusiasmo el proyecto de rescatar ahora la vida de Claudelino», a través de un proceso de trabajo creativo apoyado por el Instituto Paraguayo de Estudios Culturales, en colaboración con la Productora Cucamonga Post.

clopez@abc.com.py

Fuente: www.abc.com.py

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