El XI Congreso de la RICYT analiza los indicadores científicos y tecnológicos de Iberoamérica
Este miércoles se inauguró el XI Congreso Iberoamericano de Indicadores de Ciencia y Tecnología "25 años de RICYT: lecciones aprendidas y desafíos futuros".
Durante tres días, en el Gran Auditorio de ISCTE-IUL, se debatirá la importancia de los indicadores de Ciencia y Tecnología en nuestras sociedades y la contribución de la RICYT en los últimos 25 años para el desarrollo y diversificación de los indicadores, así como las perspectivas de la red para el futuro en Iberoamérica.
En la sesión de apertura del congreso intervinieron Manuel Heitor, ministro de Ciencia, Tecnología y Educación Superior de Portugal; Tito José Crissien Borrero, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia; Diana Morant, ministra de Ciencia e Innovación de España; Mariano Jabonero, secretario general de la OEI; Rodolfo Barrere, coordinador de la RICYT; Maria de Lurdes Rodrigues, rectora del ISCTE-Instituto Universitario de Lisboa, y Maria João Cabral, directora de la Fundación «La Caixa».
El ministro portugués afirmó: «Hoy tenemos una sobrevaloración de los indicadores de impacto económico, que son relevantes, pero nos damos cuenta de que la actividad científica es cada vez más relevante y, por tanto, es fundamental conocer cada vez más la ciencia y la tecnología». Para reforzar esta importancia, Manuel Heitor subrayó la diferencia entre los 460 millones de inversión en ciencia y tecnología en Portugal en 1995 – cuando se creó la RICYT- y los 3200 millones que invierte el Gobierno en la actualidad. «Este camino no se habría emprendido si no hubiera indicadores que nos permitieran tener una noción exacta de dónde estamos y dónde queremos estar».
El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia, Tito José Crissien Borrero, dijo que la «producción y el análisis de indicadores son fundamentales para promover y evaluar las políticas públicas y permiten orientar la cooperación internacional de manera más estratégica y eficiente».
En un mensaje de vídeo enviado al Congreso, Diana Morant, ministra española de Ciencia e Innovación, dijo que «los españoles tienen un nivel muy alto de confianza en la ciencia» y que la pandemia demuestra que «en los países donde se escucha a los científicos, la situación es mejor». La ministra española hizo la petición: «Las nuevas tecnologías están en todas partes, pero tenemos que conseguir que lleguen a todos».
La RICYT contribuye a mejorar la elaboración de políticas
Mariano Jabonero, secretario general de la OEI, consideró a la RICYT como la «columna vertebral de la colaboración iberoamericana», afirmando que la red ha creado una «metodología para que los responsables políticos tomen mejores decisiones políticas». Mariano Jabonero ha recordado la labor fundamental de Mario Albornoz, fundador de la RICYT, que: «dedicó toda su vida a una causa en favor de la ciencia» y dejó «una obra bien hecha que todos disfrutamos». En conclusión, el secretario general de la OEI pidió «una cooperación en la que el foco sea la ciencia y la información compartida, que no sea sólo retórica«.
La rectora del ISCTE, Maria de Lurdes Rodrigues, recordó la presencia de Portugal en la RICYT desde 1995 por iniciativa del entonces ministro de Ciencia, Mariano Gago, y la estrecha colaboración del país con la red, nombrando en particular el «Manual de Lisboa» creado hace 15 años. La rectora destacó que la RICYT se ha afirmado «como un espacio de formación y capacitación para varias generaciones de jóvenes y algunos son hoy destacados líderes nacionales e internacionales».
Rodolfo Barrere, coordinador de la RICYT, concluyó la sesión de apertura del congreso con la información de que «la red cuenta con más de 200 indicadores publicados y cinco manuales, lo que demuestra el valor que se ha dado a los indicadores en la región iberoamericana».
Recordar, avanzando: 25 años de indicadores
El hombre que inició el proyecto de la RICYT hace 25 años y que coordina el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (OCTS) de la OEI, Mario Albornoz, recorrió la trayectoria de las dos décadas y media de la red de indicadores y los principales retos y logros en una presentación que denominó «Recordando, avanzando». «En este recuerdo, avanzando, debemos profundizar en la información en las sociedades iberoamericanas y en el desarrollo de capacidades. La calidad de los datos depende en gran medida de la formación de las personas que los producen y de mantener viva la tensión entre lo global y lo local. Mantener y mejorar lo que se puede comparar y contribuir a la búsqueda de nuevos indicadores que puedan ser expresivos de cada región», afirmó.
En el panel dedicado a Indicadores y Evaluación de la Actividad Científica, Jesús Sebastián, investigador jubilado, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), habló sobre el uso de los indicadores a lo largo de los años, primero como herramientas de métrica y gestión, luego como información para definir objetivos de política científica, elementos normativos y estándares, fuente para rankings, y finalmente, alimento para el campo científico y herramientas de evaluación de la investigación. «En el binomio evaluación-indicadores, lo importante es la evaluación; los indicadores son secundarios», dijo.
Laura Rovelli, representante del Foro Latinoamericano de Evaluación Científica (FOLEC), aportó la contribución de este organismo a la agenda iberoamericana de políticas e indicadores y de evaluación científica, destacando como principal objetivo el avance hacia una plataforma interoperable en la región de América Latina y el Caribe (ALC), lo que implica implementar políticas de identificadores únicos para cada artículo de revista y cada investigador, y construir una base de datos regional. Rovelli se refirió al problema del uso (y abuso) del factor de impacto de las revistas como unidad de medida del prestigio internacional y a la escasa representatividad de ALC en las bases de datos bibliométricas internacionales, afirmando: «La cuestión de la evaluación responsable forma parte de la agenda del conocimiento y de las políticas, en relación con el uso excesivo e indiscriminado de indicadores métricos en la actividad científica, especialmente para evaluar el desempeño individual de los investigadores.»
Articulación entre ciencia y sociedad
Durante el primer día del XI Congreso Iberoamericano de Indicadores de Ciencia y Tecnología, las sesiones paralelas abarcaron distintos aspectos del universo de articulación entre la ciencia y la sociedad como I+D, cultura científica, el uso del español y el portugués como lenguas del conocimiento, el impacto social de la ciencia y la tecnología, la sociedad digital, la percepción pública de la ciencia y la apropiación social de la ciencia y la tecnología, entre otros.
“El papel de las instituciones de I+D en la innovación y la problemática de la vinculación”, sesión moderada por Hernán Jaramillo (Universidad del Rosario, Colombia), incluyó un debate acerca de un déficit histórico en la región: cuáles son los modelos de vinculación que deberían ser desarrollados por las instituciones de I+D para acercar su quehacer al sector empresario. A esto se sumó una ponencia sobre los resultados que arrojó, en materia de indicadores de vinculación, la aplicación en varias instituciones iberoamericanas del Manual de Valencia. La tercera participación, de corte más reflexivo, aludió a las dificultades y los desafíos que enfrenta la vinculación en países como los nuestros, caracterizados por desigualdades a nivel social y económico que complejizan la comparación a nivel metodológico.
A la par, la sesión “Indicadores de cultura científica, percepción y apropiación social del conocimiento”, moderada por António Firmino da Costa (ISCTE-Instituto Universitario de Lisboa, Portugal), instaló una discusión que merodeó las transformaciones en las actitudes hacia la ciencia y la tecnología de los habitantes de distintos países de Iberoamérica, entre ellos Argentina y Brasil, a la luz de la creación y la expansión de movimientos anticiencia surgidos en los últimos años, especialmente durante la pandemia de Covid-19.
“El español y el portugués como lenguas del conocimiento”, un tema muy caro a la agenda de actividades de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), contó con la moderación de Margarita Correia (Universidade de Lisboa, Portugal) y versó sobre la construcción de ambos idiomas iberoamericanos como lenguas de ciencia con impacto real en la producción de literatura científica a nivel regional e internacional, en tiempos en los que la corriente principal de la ciencia dificulta el acceso y la visibilidad de trabajos que no estén escritos en inglés.
Con la moderación de Ernesto Fernández Polcuch (UNESCO), la sesión “¿Es posible medir el impacto social de la ciencia y la tecnología?” trató una arista que siempre ha presentado dificultades estadísticas. A partir de experiencias como el Proyecto Multibien portugués, se buscó iluminar el abordaje metodológico de la huella que los hallazgos y las políticas de la ciencia y la tecnología dejan en el entramado social, una labor espinosa a la hora de traducir este impacto en estadísticas confiables y comparables.
Indicadores de educación y percepción pública de la ciencia
“Indicadores de educación para la sociedad digital”, sesión cuya moderación corrió por cuenta de Luísa Ribeiro Lopes (INCODE 2030), puso en consideración el Plan Ceibal, proyecto uruguayo que alcanzó un gran éxito en su desafío de poner lo digital al servicio del derecho a la educación (logro que se obtuvo a partir de la entrega gratuita de computadoras a los estudiantes del sistema público), y se completó con un desglose de los primeros 25 años de la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT) como ejemplo a imitar en términos de sus muchos lauros en materia de cooperación a nivel internacional.
Durante la sesión “Experiencias de medición de la percepción pública de la ciencia en Iberoamérica”, moderada por Carina Cortassa (Centro Redes, Argentina), se describieron proyectos desarrollados en Panamá, Portugal, España, Colombia y México con un eje común: cómo construir indicadores que permitan establecer mejores canales de comunicación para visibilizar y definir qué entendemos por percepción y apropiación social de la ciencia en nuestra región.
Moderada por el español Juan Carlos Toscano, la sesión “Experiencias de medición en la producción científica y el acceso abierto” desplegó un conversatorio acerca del análisis bibliométrico y la representatividad geográfica de los índices que construyen información estadística sobre las publicaciones científicas dentro y fuera de Iberoamérica, así como también acerca del necesario paso que la región debe realizar para ir del acceso abierto a la ciencia abierta, un avance que debería venir acompañado por un diseño homogéneo de políticas de fortalecimiento de revistas y prácticas editoriales.
“Indicadores de ciencia y tecnología en la educación superior”, sesión a cargo de Laura Osorio (Red INDICES y OCTS), puso bajo la lupa el conglomerado de actividades que se llevan adelante a la hora de medir zonas complejas del ámbito universitario: evaluaciones, becas, cooperación internacional, producción científica y prácticas de enseñanza, entre otras.
La última sesión del primer día, “Experiencias nacionales en la medición de la ciencia y la tecnología”, conducida por Laura Trama (OCTS y RICYT), recuperó y destacó el desarrollo de programas en Perú, España, Cuba y Colombia que tienen por propósito medir el avance de la ciencia, la tecnología y la innovación, generar estadística comparable sobre I+D e innovación, y dar cuenta de la evolución que han manifestado en su configuración los vínculos entre investigadores y universidades.