Manusovich: «Es necesario promover la reflexión y la sensibilidad social colectiva en las aulas»
El educador y escritor argentino, Diego Manusovich, conversó con OEI acerca de cuáles son los desafíos actuales de la educación y el rol del docente en este contexto.
El educador y escritor argentino, Diego Manusovich, conversó con OEI acerca de cuáles son los desafíos actuales de la educación y el rol del docente en este contexto. A contracorriente de la tendencia, reivindica el valor de promover una educación que enfatice en los lazos colectivos y se consustancie con lograr un acceso democrático a los bienes culturales y materiales.
Manusovich es el creador del profesor Troy Helguera, protagonista de una saga llamada El Pedagogo de la que hasta el momento se han publicado seis libros. En el devenir de sus casos como pedagogo, acude a diferentes pedidos de ayuda de gobiernos y personajes del mundo a los que les urge algún tipo de cambio cultural en sus comunidades.
En línea con el pensamiento del pedagogo de sus novelas, Manusovich propone centrar la mirada en una educación más enfocada en aptitudes sociales, emocionales y empáticas, que adquieran una mayor importancia que las nuevas tecnologías.
¿Qué papel debe interpretar el docente en la educación? ¿Por qué es importante?
El rol del docente no debe solo circunscribirse a aspectos curriculares. Podemos advertir que la mayor cantidad de países del planeta atraviesa profundas desigualdades humanas, ya que no todos sus ciudadanos tienen acceso a los bienes culturales y materiales. El sistema educativo que se apalanca en el rol docente debe tener un imperativo social indelegable. Los educadores tenemos que promover una visión que permita mejorar los sistemas de convivencia democrática a los que arribamos como comunidad.
Es necesario generar en nuestras aulas la reflexión y la sensibilidad social que pongan a nuestros alumnos en una situación de pensamiento colectivo. No solo debemos ocuparnos de enseñar la currícula y el contenido académico que cada etapa de la vida educativa de los niños, niñas y adolescentes requiere, sino que además debemos enseñar, a través de juegos y actividades lúdicas, cómo velar para que todos los habitantes de nuestro pueblo, ciudad o región tengan la posibilidad de ejercer sus derechos y acercarse a una felicidad razonable que buscamos para todos en esta vida.
¿Cómo visualiza la educación del futuro?
Cuando hablamos de la educación del futuro es interesante ponernos a pensar en clave colectiva también. Es tan importante, grande y caudalosa la cantidad de contenidos que tenemos en la palma de la mano, que resulta indispensable pensar en otro tipo de contenidos que nos permitan mirar hacia adentro del aprendizaje.
Es fundamental desacralizar los contenidos y lograr una emocionalidad en el aprendizaje. Tenemos que regenerar esa fascinación que implica que el alumno aprenda un contenido. Enseñar a disfrutar del aprendizaje será uno de los legados más fabulosos que podemos dejar a nuestros alumnos como docentes.
Necesitamos preparar a nuestros seres humanos del futuro para que puedan saltar de un contenido a otro con cierta avidez, que permita aprender y reaprender lo que nos ofrece el conocimiento compartido. La escuela del futuro tiene el objetivo de despertar el amor al aprendizaje. Todo lo que podamos transmitir como contenido, más allá de lo fáctico, es lo que finalmente quedará en nuestros seres humanos del futuro. Me refiero a las ganas de aprender y conocer, que nos permitirán conjugar el encuentro entre el conocimiento y el ser humano de una manera provechosa y entretenida.
¿Qué entiende por innovación educativa?
A la hora de pensar en innovación en el sistema educativo, siempre estamos tentados a pensar en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación. Considero que con este pensamiento nos quedamos cortos, y dejamos fuera una importante porción del conocimiento.
Para lograr felicidades compartidas, tenemos que enseñar de manera innovadora lo que implica el cuidado del otro, ya sea humano o de todos los seres vivos del planeta. Debemos ver cómo creamos y formamos seres humanos que puedan vivir colectivamente con respeto, cuidado y amor, incluyendo a todos y con la máxima empatía al medio ambiente.
Para los que creen que la innovación implica la incorporación de más tecnología, yo creo que eso no es innovación, sino la utilización de herramientas tecnológicas nuevas que no es lo mismo. En la actualidad, la innovación es enseñar el valor del bien común, en contraposición a la atomización y división de los egoísmos que emanan de este sistema que nos gobierna. La innovación es ver cómo todos podemos constituir y practicar derechos universales en nuestras comunidades que nos permitan alcanzar niveles de felicidad colectiva. Esto será posible si el acceso a una educación de calidad es para todos. Eso es desarrollo: si los bienes culturales y materiales son para todos, y si los desarrollos industriales y productivos tienen un balance entre bienestar y medio ambiente.
La mayor innovación para este siglo que estamos estrenando, es pensar en el bien común. Es necesario enseñar la importancia de que todos tenemos que lograr la felicidad colectiva. Eso se enseña con juegos, actividades y recursos didácticos que nos permita preguntarnos cómo lo están pasando los que no están en el aula en ese momento. Sacando a los chicos de sus circuitos cotidianos y recorriendo otros circuitos de la sociedad para ver cómo viven los demás, de modo que a través de salidas didácticas, podamos conocer de primera mano, cuáles son las desigualdades que reinan en nuestros sistemas de convivencia, para que en el futuro aprendamos a valorar e impulsar el desarrollo colectivo.
Se trata de una innovación humanista, no tecnológica necesariamente. El crecimiento económico en nuestras sociedades no ha dado un desarrollo colectivo igualitario. Tenemos países desiguales en donde siempre detentan las mayores calidades aquellas clases sociales con mayores privilegios.
¿Cuáles son los desafíos de la educación en la actualidad?
En la medida en que solo nos ocupemos de enseñar lo que está en la currícula y no nos ocupemos de poner en el centro de la escena al ser humano colectivo y a la felicidad de todos los que habitan nuestro pueblo, nunca podremos generar desarrollo para todos. Que un individuo acceda a la educación, desde el jardín de infantes hasta la universidad, no garantiza que esa persona piense en los demás, que tenga en cuenta el bien común, que recuerde a los que no tuvieron oportunidades y que nacieron en la pobreza y en la marginalidad. Precisamos que todos los ciudadanos piensen en los demás, que estén convencidos de que todos los habitantes tienen que tener sus derechos satisfechos, cuidados y velados, si no no hay desarrollo colectivo al que podamos aspirar como sociedad.
La saga El Pedagogo está compuesta por los siguientes libros (en librerías de Argentina, por encargo en librerías de Uruguay o digital por Amazon Kindle)
- Nace un héroe político.
- El caso del fin del mundo.
- El caso de la Venecia de oriente.
- El Pedagogo y el caso de la barrabrava de Odense.
- El Pedagogo y el asombroso caso de la cofradía de arquitectos.
- Los curiosos juegos del Papa Francisco.