Educación inclusiva en Centroamérica y República Dominicana: balance, opciones y recomendaciones de política
Desde que el once de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que la COVID-19 podía caracterizarse como una pandemia, el mundo ingresó en una espiral crítica que ha impactado, como nunca había ocurrido, en la práctica totalidad de las actividades sociales, económicas, culturales y educativas en el mundo, con costos y consecuencias que probablemente no podemos dimensionar aun con precisión y exactitud pero que, en definitiva, han afectado las esperanzas de una vida mejor, sobre todo en los países y comunidades que registran mayores niveles de rezago y pobreza.
Por ahora, parece evidente que la recuperación y, dicho con más propiedad, la superación de las graves carencias y necesidades que ya se venían padeciendo en esas comunidades y países tardará años y requerirá de un esfuerzo más concertado, coordinado y eficaz de la cooperación internacional, los organismos multilaterales, los gobiernos, los actores políticos y sociales, las organizaciones no gubernamentales, la academia y por supuesto la energía ciudadana, entre otras, para sentar las bases de un futuro distinto y mejor.