La Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT) acaba de lanzar la edición 2022 de El estado de la ciencia, una publicación anual que recopila la información estadística más actualizada producida por esta red en materia de ciencia y tecnología en la región. El estudio es una iniciativa conjunta de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) —a través del Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (OCTS), con sede en Buenos Aires— y la Oficina Regional de Ciencias para América Latina y el Caribe de la Unesco, con sede en Montevideo.
El documento destaca que en 2020 la inversión en I+D de Iberoamérica fue de 89 mil millones de dólares, lo que significó un crecimiento del 16 % con respecto a los más de 77 mil millones que la región invirtió en 2011. Este monto, sin embargo, representa solo el 0,81 % del Producto Interior Bruto (PIB) iberoamericano, cifra que cae al 0,65 % si solo se mira a América Latina y el Caribe.
“La ciencia debe ocupar un lugar relevante en el armado de las políticas de nuestros países. El estallido de la pandemia nos sorprendió en un momento de debilidad; ahora, tras estos años difíciles, queda demostrado el valor social de la ciencia", puntualizó Mariano Jabonero, secretario general de la OEI, cuando alertaba a los ministros y autoridades de Ciencia de la región sobre los bajos niveles de inversión en I+D, en un foro iberoamericano celebrado por este organismo el pasado octubre en Buenos Aires.
El citado estudio señala que la inversión regional iberoamericana en ciencia y tecnología representa tan solo el 2,3 % del total mundial y que, al contrario del resto de regiones del mundo, durante 2020, Iberoamérica tuvo una caída en su inversión del 3 %, en relación con el 2019. Esta caída, atribuida a los embates de la pandemia por COVID-19, representa el 6 % cuando se trata solo de los países latinoamericanos y caribeños, que se caracterizan, además, por un fenómeno de concentración de recursos en Brasil, México y Argentina, que engloban el 84 % de la inversión total.
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Asimismo, se pone de manifiesto que, en 2020, el 54 % de la inversión fue financiada por los gobiernos y el 40 % por las empresas; el 6 % restante correspondió a otros sectores. En cuanto a quién ejecuta los recursos de ciencia y tecnología, el estudio evidencia una distribución distinta, donde los gobiernos ejecutan el 19 % de los montos financiados, mientras que las instituciones de educación superior y las empresas el 33 % y 46 %, respectivamente.
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Al igual que lo que ocurre con la inversión en I+D, la región muestra una distribución de recursos humanos muy desigual entre los países. Brasil y España concentran la mayor cantidad de investigadores, con 179.989 investigadores y 145.372, respectivamente. Estos valores casi triplican el dato del país que sigue: Argentina, con 55.902 investigadores. En 2020, la cantidad de mujeres que trabajan como investigadoras fue menor al 50 % en la mayoría de los países de la región; solo Argentina, Uruguay y Venezuela tienen más mujeres entre su recurso humano investigador.