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La OEI y la Unión Europea, aliados para combatir problemas globales como la pandemia y el cambio climático

La OEI y la Unión Europea, aliados para combatir problemas globales como la pandemia y el cambio climático

Ambas instituciones colaboran desde hace dos años en el Programa FORCYT para fortalecer los sistemas científicos en Iberoamérica, en el que ya participan 19 países, 120 instituciones y 250 investigadores. Este jueves en la sede de la Fundación Botín (Madrid) se realizó una jornada de seguimiento y reflexión sobre sus principales logros.

La Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la Comisión Europea trabajan conjuntamente desde hace ya dos años a través del Programa para el fortalecimiento de los sistemas de ciencia y tecnología FORCYT con el objetivo de mejorar la calidad de la educación superior y la ciencia en Iberoamérica. El fin último es combatir problemas globales como el cambio climático, la desigualdad o las consecuencias negativas de la pandemia, en línea con la Agenda 2030.

Uno de los principales logros que ha alcanzado FORCYT es que se está implementando en 19 países, pese a la dificultad que supone diseñar un proyecto regional común para los países iberoamericanos dadas las muy distintas capacidades que tienen en materia científica y tecnológica. Además, participan en FORCYT 120 instituciones, 250 investigadores, 100 profesionales técnicos y 200 evaluadores. El programa arrancó a finales de 2020 y está previsto que se prolongue hasta 2023.

En palabras del secretario general de la OEI, Mariano Jabonero, “lo cambiante del contexto en el que nos encontramos requiere de una apuesta clara por la ciencia para que las decisiones tomadas se asienten sobre la solidez del conocimiento. Iberoamérica no solo se encuentra afectada por el cambiante entorno global, sino que, además, nuestra región está en transición. En transición energética, en transición tecnológica, política, demográfica, educativa…”.

A lo largo de dos jornadas, una técnica, en la Secretaría General de la OEI en Madrid y otra de reflexión en Fundación Botín, este miércoles y jueves se han analizado los principales avances y retos del programa FORCYT y también se ha reflexionado sobre el papel de la cooperación científica y en desarrollo en transición en Iberoamérica.

En este sentido, Ana Capilla, directora de Educación Superior y Ciencia de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), expuso algunos de los principales logros del programa, como la creación de 8 nuevas redes de investigación y la ampliación de 2 existentes, con más proyección internacional; un mayor reporte de datos sobre gastos en I+D, o el incremento de la cooperación entre instituciones de educación superior y el tejido productivo, por citar solo algunos.

Durante su intervención en las jornadas, Jorge de la Caballería, jefe de unidad de América Latina y el Caribe de la Dirección General de Asociaciones Internacionales de la Comisión Europea explicó que “el presupuesto que Bruselas destina a cooperación en América Latina nos obliga a profundizar y focalizar en los programas que tienen más impacto, como es este caso de FORCYT”. Una idea en la que hizo hincapié Mª Ángeles Benítez Sala, directora de la Representación de la Comisión Europea en España, quien calificó a FORCYT como “un proyecto de alto valor que demuestra la importancia de la colaboración para defender, a través de la innovación y el desarrollo tecnológico, los valores democráticos y el desarrollo humano sostenible”.

Jannixia Villalobos, viceministra de Ciencia y Tecnología de Costa Rica, país participante en FORCYT, presentó la Política Nacional de Sociedad y Economía basada en el Conocimiento, un instrumento para mejorar la productividad a través de 4 ejes: talento humano, generación del conocimiento, innovación transformadora y transformación digital. 

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El estado de la cooperación científica en Iberoamérica

Iberoamérica es la única región del mundo que ha retrocedido en los últimos años en productividad, con bajos índices de calidad en la educación y de digitalización. Según se desprende del Informe diagnóstico sobre la educación superior y la ciencia post COVID-19 en Iberoamérica. Perspectivas y desafíos de futuro 2022, realizado por la OEI y CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) y presentado en Barcelona el pasado 19 de mayo en la III Conferencia Mundial de Educación Superior de la Unesco, el 59% de los investigadores de la región están en instituciones de educación superior, quienes ejecutan el 42,4% del gasto en I+D. Otro de los datos que se desprenden de este estudio es que, aunque el número de publicaciones en SCOPUS (base de datos bibliográfica de resúmenes y citas de artículos de revistas científicas) se ha incrementado un 74% en la última década, el gasto en I+D de la región, que ronda el 0,7%, ha caído ligeramente a partir de 2015.

Pelayo Roces Fernández, oficial de cooperación de la Dirección General de Asociaciones Internacionales de la Comisión Europea y Sebastián Nieto Parra, director de la Unidad de América Latina y el Caribe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) expusieron que la cooperación científica es vital en tanto en cuanto “el desarrollo va más allá del PIB: a medida que los países crecen el bienestar se vuelve más multidimensional”.

Finalmente, se ha destacado que, sin invertir más en innovación los objetivos de la transición digital sin dejar a nadie atrás no será posible, como han expuesto Nelson Jose Orozco Salgado, viceministro de Talento y Apropiación Social del Conocimiento del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colombia); Mikel Landabaso, director de Crecimiento e Innovación del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea; y Luis Blanco, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.

En estas jornadas también han participado Andrés Delich (secretario general adjunto de la OEI), Íñigo Sáenz de Miera (director general de la Fundación Botín), Paula Sánchez (experta en Educación y Ciencia de la OEI), Rodolfo Barrere (Observatorio de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la OEI), Sorina Vaju (área de ciencia, tecnología e innovación de EUROSTAT), Diana Marcela Aragón Novoa (Universidad Nacional de Colombia), Fabio Martínez Carrillo (Universidad Industrial de Santander), Claudio Verdugo (Universidad Austral de Chile), Gonzalo Andrés Farías Gontupil (Universidad de Chile),  Cynthia Delgado (CONACYT, Paraguay); Carlos Montero (CONARE, Costa Rica), Rosa Emilia Bermúdez Rico (Universidad del Valle, Colombia), Julián Humberto Ferro Arellana (director de Transferencia y Uso del Conocimiento de MINCIENCIAS de Colombia), Débora Imhoff (Coordinadora de la Red Promoción de la gestión de la diversidad en organizaciones sociales y empresas, CONICET, Argentina), José Miguel Guzmán Palomino (Coordinador de la Red RIARES, España), Adrián Bonilla Petriciolet (Coordinador Red IBERBIOMASA, México), Isabel Álvarez González (directora del Instituto Complutense de Estudios Internacionales) y Carlos Elías (Universidad Carlos III de Madrid).