Escribir sobre alfabetización de jóvenes y adultos es una tarea compleja actualmente, un reto. Requiere la capacidad de poder percibir la problemática desde distintos observadores, temporales, y exige asumir la acción alfabetizadora como eje transversal que cruza las políticas educativas y las sociales, participando de la naturaleza de ambas. Vivimos una época signada por los cambios: sorpresivos y audaces. Los conocimientos evolucionan, sugieren que seamos cautelosos en las hipótesis, en las conceptualizaciones, desde los propósitos que se formulen, hasta los resultados que se pretendan en cualquier área en que se tracen proyectos y planes.
Tanto en la utopía concreta que sustentemos acerca del mundo que aspiramos, el tipo de desarrollo al que queremos arribar, como en el concepto de educación, y de sus “por qué” y sus “para qué”, la epistemología ha dado saltos copernicanos en la carrera que emprenden los humanos para nivelar sus acciones con el aceleramiento de la ciencia y la tecnología, productos humanos, por cierto, pero que no están al alcance igualitario de todos.
De acuerdo a la visión particular del mundo y de la vida que se sustenta, (eso que llamamos ideología), los modelos de sociedad y los de los correspondientes sistemas educativos, difieren. Empero, se ha ido afianzando la democracia en las últimas décadas en Occidente, mientras más participativa mejor, como sistema preferible de gobierno, y el desarrollo incluyente y con rostro humano, como modelo socioeconómico que sustenta y hace atractiva la democracia.
El instrumento primordial para mantener, ampliar y compartir equitativamente el bienestar resultante es una educación permanente, de calidad, e igual para todos y todas.
Nueva visión y misión de la alfabetización
Desde el 1.er Plan General de UNESCO, y luego, en los sucesivos CONFITEAS, los Objetivos del Milenio (ODM), las Metas Educativas hasta el 2021, “la generación que queremos para el Bicentenario” y el PIA, son esfuerzos determinantes en la formación de un nuevo modelo de la que ya llamamos Educación de Jóvenes y Adultos. Se pretende ir más allá de la alfabetización “caritativa” de antes, al extenderse su alcance.
En el caso de la OEI se han focalizado los análisis y las propuestas en ciertas singularidades, adaptándose a las necesidades de los pueblos, de la comunidad iberoamericana.
Los más recientes proyectos de la OEI, y la UNESCO, se fundamentan en esa nueva concepción, más democrática y mucho más humana. Una modificación lingüística que se hace semántica es incluir el nombre de jóvenes a la denominación, lo que abre más el concepto de todos, para todos, y el de permanente de la educación democrática.
Alfabetización de jóvenes y adultos: política social y educativa
Concebida desde la perspectiva de la educación permanente, de calidad con equitatividad para todos y todas, la educación de por vida, la alfabetización de jóvenes y adultos adquiere su espacio, el rango que antes no tenía.
Por un lado se reconoce el derecho a educarse, que empieza por el domino de la lengua leída y escrita, y del cálculo; a quienes su situación de pobreza y la desigualdad de oportunidades no permitieron hacerlo cuando niños.
Por otra parte, el Estado cumple su rol de nivelador de esa desigualdad, consolidando su naturaleza democrática. La apertura de posibilidades de continuar estudiando y el progreso económico y social que eso pueda significar para la población que excede los 16 años, se constituyen en una política social que impactará, si se planifica para abarcar más allá de la etapa de alfabetización básica asegurando la continuidad educativa; será una contundente muestra de que un estado y un gobierno aplican en su Estrategia Nacional de Desarrollo el modelo que privilegia valores de justicia social, solidaridad y equidad.
La alfabetización de jóvenes y adultos se convertirá, así como en un factor de desarrollo humano y sustentable, en política social. Trascenderá a una política educativa de envergadura: ya no habría campaña volandera ni programas especiales aislados del resto del sistema de educación.
La alfabetización de jóvenes y adultos se constituye en un peldaño en la escalera de la educación permanente, de carácter plural al ser de todos y todas. El compromiso de educar y educarse durante toda la vida responde al desafío de las trasformaciones científicas y de los avances tecnológicos que nos confrontan con la advertencia que nos lanzó Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar: “innovar o perecer”.
La práctica de la alfabetización de jóvenes y adultos debe ser concebida desde esa doble función: como política de equidad social y como política educativa. Ese doble papel garantiza el derecho a aprender con calidad y equidad.
La educación de jóvenes y adultos se convertiría así en el punto de inflexión donde convergen los esfuerzos nacionales para defender, mantener y valorar el modelo de sociedad que se haya elegido; si es la democracia participativa, logra que se fortalezca y predomine frente a otros modelos que el neoliberalismo plantea huérfanos de solidaridad en los cuales la educación es privilegio de los que pueden pagarla.
El modelo de estado y sociedad que debemos querer fortalecer “para la generación del bicentenario”, como reza el lema de las Metas Educativas, necesita que todos y todas nos sintamos, nos creamos y seamos plenamente, ciudadanos, incluyendo, por supuesto, los jóvenes y adultos de todos los sectores sociales. Por eso se requiere que todos y todas, como pidió Freire, “leamos nuestra realidad, escribamos nuestra historia”.
Sobre el texto:
Este texto es un fragmento del artículo: Por un nuevo modelo en la alfabetización y educación permanente de personas jóvenes y adultas en República Dominicana, fue publicado en 2018, en la publicación monográfica "La educación dominicana al 2021: reflexiones, planteamientos y experiencias", un documento elaborado con la colaboración de 22 reconocidos especialistas nacionales en el ámbito educativo. Descarga el documento completo aquí.
Sobre la autora:
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Yvelisse Prats de Pérez: Educadora, referente de la educación dominicana e iberoamericana, defensora de los derechos humanos y el ejercicio de la ciudadanía democrática. Luchadora incansable por una educación dominicana más justa, inclusiva y de mayor calidad. Falleció en octubre de 2020, a los 90 años de edad. Sus aportes a la Alfabetización y Aprendizaje a lo largo de la vida, a la defensa de los derechos humanos, al ejercicio de la ciudadanía democrática y a una sociedad dominicana de mayor bienestar, ha sido su mayor legado.
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