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Solo seis de cada diez niños y niñas reciben educación primaria en América Latina, que si universalizó la enseñanza básica hace un lustro, aún no llegó a edades tempranas, pues 2 millones 800.000 menores de cinco años todavía no van a la escuela, según Unicef. Pero es en la primera infancia cuando se asienta la salud física y mental, y la capacidad de aprendizaje como nos explica, Guiselle Alpizar, directora de Primera Infancia del Ministerio de Educación de Costa Rica, que también coordina un proyecto regional de Organización Estados Iberoamericanos (OEI).

Tras lograr la escolarización universal en el cambio de siglo, además de consolidar ese triunfo, Latinoamérica afronta el reto de mejorar la calidad de la educación básica. La vía más corta es conocer y compartir las experiencias más exitosas, y es lo que se propone la OEI con la recién fundada Red de Instituciones Públicas especializadas en primera infancia, que se estrenó un intercambio entre Colombia y República Dominicana. Nos lo explica una de las participantes, la experta en primaria Sonia Castillo, del Ministerio de Educación de República Dominicana.

Conocer experiencias exitosas y replicarlas es la vía más rápida para mejorar una educación que es el futuro de cualquier sociedad y el ascensor social para promover la igualdad. En ese sentido, la OEI constituyó una Red de instituciones especializadas en primera infancia, y promueve el intercambio de experiencias en "Puntos de Encuentro". El primero, entre cinco representantes institucionales de República Dominicana que visitaron en febrero la educación integral en las ciudades colombianas de Bogotá y Cali, una de las participantes, la experta en primaria, Rosa Amalia Morillo, del Ministerio de Educación de República Dominicana.

Cuando la pandemia obligó a la educación virtual, solo 15 de cada 100 universitarios iberoamericanos estudiaba así, aunque esa forma de enseñanza ya crecía más que la presencial en Latinoamérica. Y poco antes, un seminario auspiciado por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) analizó la calidad de la enseñanza a distancia y cómo mejorarla, que nos cuenta, Carles Sigalés, vicerrector de Docencia y Aprendizaje de la Universidad Oberta de Catalunya, uno del centenar de expertos presentes.

Antes de la pandemia, la educación a distancia se reducía a la Universidad, y a poco más de uno de cada diez estudiantes con perfiles muy distintos: mayores, con compromisos familiares y trabajando, unos; y jóvenes a dedicación completa los presenciales. Con el confinamiento, todo cambió. Unos días antes, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) celebró un seminario sobre la calidad educativa a distancia, en Loja (Ecuador), que analizamos con el vicerrector de Docencia y Aprendizaje, de la Universidad Oberta de Catalunya, Carles Sigalés.

Cuando el epicentro de la pandemia pasó de Europa a América, 180 millones de estudiantes iberoamericanos se quedaron sin escuela, y cuatro de cada diez no tenía internet. Desde el principio, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) se convirtió en plataforma para facilitar la educación a distancia -virtual o con materiales físicos-, además de investigar los efectos de la epidemia en la educación y la cultura, y anticipar soluciones, como nos resume el secretario general de OEI, Mariano Jabonero.